Saludar no cuesta nada
El otro día, un ocasional compañero de fatiga, tocó uno de los temas que desde que salgo en bici, camino de los 19 años voy ya, siempre me ha llamado la atención y no es otro que los muchos ciclistas que te cruzas en tu salida y los pocos saludos que te devuelven.
Saludarse entre ciclistas es como una especie de tabú. Parece como si el gesto amistoso fuera distraerte de tu carrera o que al menos te rebaje ante la persona que se cruza por tu camino. Era muy triste volver a casa, cruzarte con cincuenta corredores y contar escasos dos o tres saludos. Es triste pero cierto y real. No acierto a entender el motivo, pero ocurre. La excepción es quien te saluda, algunos con la mano, otros de viva voz. Pero si estamos acostumbrados a correr soltar un “hola” no cuesta una mierda.
Una vez incluso un personaje vestido de triatleta se adosó a mi estela, la aprovechó durante un par de kilómetros y luego, pasando ronzándome el codo, me adelantó y me dejó atrás. Medirme a su ritmo hubiera sido un suicidio, pero sinceramente solté un “anda que te jodan” entre dientes que no estoy seguro si lo oiría .
En una salida hay momentos de todo. Momentos de presión en los que una serie e absorbe. En otros, estás simplemente rodando, bien sea por que acabas o porque arrancas, pero sinceramente soltar un hola es gratis e incluso entretiene. Levantas la mirada, sonríes y haces un gesto, imaginaros encadenar varios. Qué problema hay